Es
bastante común entre los progres de todo pelaje y condición achacar la culpa de
la existencia del terrorismo islámico (y de sus crímenes) a Occidente en
general y la cultura judeocristiana en particular. Así, por ejemplo, la culpa
del terrorismo palestino recae, para estos apóstoles del progretariado, única y exclusivamente sobre los hombros del Estado
hebreo, que quizá se defiende con unos medios algo excesivos y hasta
desproporcionados, pero que al menos no pretende (o no declara pretender) lo
mismo que sus enemigos, esto es, borrarles del mapa… literalmente.
Con
ocasión de la matanza en Turquía tras el atentado de Nochevieja, ese faro de la
retroprogresía que es el diario El País le echa la culpa a Occidente, así en general. No parecen haberse parado a
pensar que una posible causa de que los islamistas atenten en Turquía podría
ser –y lo digo únicamente a título de ejemplo y porque es lo primero que se me
ocurre- que el Estado otomano (lo sé, es una simplificación llamar otomanos a los turcos, pero se me
entiende) no combata precisamente a favor del Daesh; o que –es la segunda cosa
que se me ocurre- perciban los movimientos de Erdogan hacia la creación de un
Estado confesionalmente musulmán (algo que no pude quedar más lejos de las
intenciones del fundador de la Turquía moderna) como un posible obstáculo en la
restauración del califato (porque ya se sabe, sólo puede haber un califa en el lugar
del califa, nunca dos).
En
la historia patria también tenemos nuestra cuota de cretinos progresoides. Con
motivo del aniversario de la reconquista de Granada por los Reyes Católicos,
Esperanza Aguirre se alegró de la efeméride y del hecho de (estoy simplificando
a la par que elucubrando, porque no me leído la noticia; pero como conozco al
personaje, no creo equivocarme mucho) se eliminara el dominio musulmán del
territorio español. Naturalmente, los mencionados cretinos (Junior, Pesetero e Irene Montero, que no sé exactamente quien es ni ganas
de saberlo) criticaron a la líder popular por sus declaraciones.
No
parecen percatarse –especialmente la susodicha Montero- que de estar bajo el
dominio de esos cuya expulsión lamentan no podrían soltar las sartas de
chorradas que acostumbran (especialmente, de nuevo, la susodicha Montero).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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