Me parece
a mí que el actual obispo de Roma se pierde un poco demasiado en los gestos y
las declaraciones bienqueda, en lugar
de ir más a lo que de verdad importa (como hacía, por ejemplo, su antecesor en
el cargo).
Así,
después de no recibir a las alcaldesas de las dos principales ciudades
españolas (doña Rojelia y la bruja Piruja), Dios sabe por qué, envió una carta a la alcaldesa de la Villa y Corte en la que pide que rece por él o, si
no reza por él, que por favor le piense bien y le envíe buena onda.
Si
yo fuera el Santo Padre, me hacía con los servicios de un exorcista. Sólo por
si acaso…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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