Hace
un par de semanas se celebró la reunión de los presidentes autonómicos con el
del Gobierno de España al objeto de empezar a tratar la modificación del
sistema de financiación autonómica. No voy a entrar (directamente) en el hecho
de que a dicha reunión no asistieran los representantes de Vascongadas y
Cataluña. Lo que no me parece de recibo es que, además del hecho de que no
todas las comunidades autónomas tengan el mismo sistema de financiación (ahí
está el llamado cupo vasco, una
especie de privilegio medievaloide que carece de sentido en pleno siglo XXI),
cada pocos años se esté reformando ese sistema. Pase que, cuando cambien las
circunstancias, haya que hacerle retoques, pero eso de cambiar las reglas de
juego cada dos por tres es un carajal.
En
esa reunión, Rajoy advirtió a las comunidades que la recaudación está veinte mil millones de euros por debajo de 2.007. De ese modo, implícitamente,
desautorizaba a su ministro de Hacienda y a la propia política impositiva de su
gobierno, basada en subir los impuestos: ha quedado claro que con semejantes
medidas no se consiguen aumentar los ingresos públicos. Para paliar el déficit,
por lo tanto, habría que reducir los gastos, aro por el que no está dispuesto a
pasar ningún gobernante, a lo que parece.
Al
menos, una cosa buena salió de la reunión, y es que se dejó claro que, aunque
no participara en la toma de decisiones, lo que saliera de allí afectaría también a Cataluña. Cosa lógica y natural por otra parte, puesto que no vamos a
andar haciendo especialidades por aquí y por allá. Como he dicho, de hecho,
deberían desaparecer todas y regirnos todos por el mismo régimen.
Cosa
distinta es lo que pretende Andalucía, que quiere que Madrid suba impuestos
para financiar su despilfarro. La armonización
fiscal que pide Díaz pretende frenar la fuga de contribuyentes y que Madrid
recaude más para que Andalucía no tenga que recortar. Pero si los
contribuyentes se fugan no es porque Madrid haga dumping, como dicen al Sur de Despeñaperros, sino porque en las
comunidades autónomas gobernadas por el PSOE (con el apoyo en general de los neocom, no lo olvidemos) se dedican,
como buenos izquierdistas, a asfixiar a los contribuyentes: es decir, que
buscan redistribuir la riqueza haciendo que los ricos sean más pobres, no que los pobres sean más ricos.
Algo
en lo que, como he dicho, coinciden con el actual gobierno de España,
teóricamente de derechas…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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