Si
por algo se ha caracterizado el Partido Popular del rajoyismo ha sido por elevar el maricomplejinismo
a la categoría casi de dogma de actuación. Salvo excepciones, como Aguirre,
Cifuentes o Hernando (y no en todas las ocasiones), en general no se han dicho
las del barquero a los de la bancada de enfrente (suciolistos y neocom),
prefiriendo tirar puyitas y pellizquitos de monja a los naranjitos como si ellos fueran la causa de todos sus males, en
lugar de una consecuencia de los mismos.
Ahora,
apartados del poder, el PP prepara una oposición sin piedad contra sin vocales
para no dejar hueco a Ciudadanos. Si durante estos años hubieran hecho eso, en
lugar de abandonar los principios que les llevaron a conseguir dos mayorías
absolutas, antes y después del rodrigato
y de alentar el miedo al coco-munismo, otro gallo nos cantaría, y quizá ahora
no habría que lamentar que una coalición parlamentaria Frankenstein hubiera
aupado a la segunda magistratura del Estado a un individuo cuyas únicas
cualidades conocidas son la buena planta y la tenacidad.
A
toro pasado es muy fácil torear…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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