No
recuerdo si fue Ada Colau, Ana Gabriel o alguna otra prohombre (¿prohombra?
¿prohembra? ¿promujer?) la que se definió a sí misma, entre otros epítetos,
como roja, feminista y mal follada.
A
veces, a uno le da por pensar si las feminazis y la patulea que las circunda no
tendrán, precisamente, un problema de insatisfacción sexual. Porque, si no,
¿cómo se explica el titular de que el feminismo ahora estudia la cultura de la violación en los perros que pasean en los parques?
Renuncio
a reproducir partes del artículo e invito a mis lectores a que pinchen en el
enlace para leerlo por sí mismo. La colección de sinsentidos que recoge no
hacen sino confirmar la impresión que expuse al principio del segundo párrafo.
Por
lo demás, en este caso todo está clarísimo: la culpa es de esas perras, que van
provocando…
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