Hace
apenas diez días –antes de la moción de censura, antes del cambio de gobierno,
pero después de la sentencia sobre el caso
Gürtel- aparecieron dos encuestas.
En
una de ellas, el Partido Popular seguía, a pesar de todo lo que le estaba
cayendo, siendo la primera fuerza política. En la otra, los azules
eran los cuartos, por detrás de naranjas, rojos y morados.
Las
encuestas electorales no sirven para nada. Pasando por alto el cocinado de datos, dependiendo de a
quién preguntes los resultados serán unos u otros… siendo los unos
completamente dispares de los otros. Si hicieras una encuesta en mi familia
inmediata (padres y hermanos), el Partido Popular ganaría por goleada, los
socialistas –por no hablar de las demás fuerzas políticas- jamás catarían el
poder y a Franco habría poco menos que canonizarlo. Si esa encuesta se hiciera
en una parte concreta de mi familia cercana (tíos segundos y su descendencia),
serían los de la mano y el capullo los que gobernarían España por los siglos de
los siglos y el Generalísimo estaría en el infierno o lugar laico equivalente.
La
única encuesta válida realmente, pues, es la que se hace el día de las
elecciones depositando la papeleta en la urna. El resto son pamemas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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