Las
víctimas del terrorismo en general, y las del etarra en particular, siempre han
sido un elemento perturbador para la clase política y para una parte de la jerarquía
católica. En opinión de unos y otros, lo mejor que podían hacer quienes habían
perdido a algún ser querido por causa de los atentados de la banda de
ultraizquierda era callar.
Tanto
delito tiene lo del Partido Popular, que usó a las víctimas como un elemento
más de la lucha política pero se olvidó de ellas cuando llegó al poder, como lo
de los suciolistos, que nombraron un alto comisionado nada más, o eso
pareciera, que para dar por la retambufa todo lo posible a quienes necesitan
apoyo y comprensión.
Teniendo
en cuenta que a la victoria de los asesinos de la capucha, la boina, el hacha y
la serpiente se la ha dado en llamar derrota, no es de extrañar que una
asociación de víctimas pregunte si la derrota de ETA supone que quienes la integraron se suban a escenarios como estrellas invitadas.
Queridas
víctimas, ETA no ha sido derrotada. Los derrotados hemos sido todos los
españoles, vosotros y nosotros…
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