Tengo
que decir que compré este libro guiado únicamente por las buenas críticas (pero
claro, que lo recomienden Bobama o
Zuckerberg no es tampoco un punto a favor), y que compré el resto de la
trilogía porque uno es un completista.
Ahora
bien, cuando me puse a leerlo –casi veinte meses después de haberlo comprado-
lo hice con ciertos reparos, pensando si al coger un libro de ciencia ficción escrito por un chino no habría mordido más de lo que iba a ser capaz de masticar (aunque me he
leído cada cosa que ya ya…).
Los
temores eran injustificados. La novela arranca, en mi opinión, un poco lenta,
pero luego es como cuando uno coge ritmo en una bicicleta (esta metáfora la
estoy usando mucho últimamente), la cadena engrana y empieza a pedalear a un
ritmo sostenido. La narración avanza en tres escenarios diferentes –el presente, la evolución en Trisolaria
(virtual o real) y el proyecto Costa Roja- para acabar convergiendo finalmente
en el primero de ellos. Dado que quedan dos libros más, y sin querer revelar
nada de la trama, parece que las tres novelas se van a corresponder con las
tres fases clásicas de todo relato, esto es, planteamiento, nudo y desenlace.
Para
finalizar, no deja de ser gracioso que en una novela de marcianos éstos no aparezcan hasta que ha transcurrido el
noventa por ciento de la obra y que, además, no acabemos de saber qué aspecto
tienen.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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