Progres y necionanistas tienen en común, entre
otras muchas cosas, el poseer una dermis de un espesor infinitesimal y una
sensibilidad exacerbada. Ellos pueden insultar, vejar y motejar a quien se les
antoje, pero ¡ay del que ose usar la ironía contra ellos! Aullarán como si se les
estuviera sometiendo a las más crudelísimas torturas.
Igualmente,
ellos nos calificarán como pertenecientes a diversas especies animales –parecen
tener una especial fijación con los cánidos, como perros o hienas-, pero no
toleran que se les relacione siquiera marginalmente con cualquier ser
irracional, menos aún si es del grupo de los suidos.
Eso
es lo que ha hecho un avispado empresario malagueño, que lanzó una línea de
productos derivados del cerdo bajo la marca Pig
Demont. Naturalmente, Cocomocho se
sintió aludido y denunció a la empresa por identificarle con un cerdo. De
momento ha tenido éxito y ha conseguido que la empresa cierre, a pesar de las
protestas del empresario, que jura y perjura que no se ha inspirado en el
secesionismo para crear su empresa (aunque el hecho de que haya lanzado una línea
de espumosos bajo la denominación de Rufián,
especialidad charnego reste bastante credibilidad a sus afirmaciones).
En
todo caso, los que me conocen ya saben mi opinión: si alguien debiera sentirse
ofendido en todo esto es esa máquina perfecta de la naturaleza, esa prueba
incontrovertible de que, ya que la evolución no puede haber dado lugar a algo
tan sublime, es indudable la existencia de un Sumo Hacedor.
En
una palabra: pidamos perdón al pobre cerdo, víctima inocente de todo esto…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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