lunes, 25 de junio de 2018

Entre puercos anda el juego

Progres y necionanistas tienen en común, entre otras muchas cosas, el poseer una dermis de un espesor infinitesimal y una sensibilidad exacerbada. Ellos pueden insultar, vejar y motejar a quien se les antoje, pero ¡ay del que ose usar la ironía contra ellos! Aullarán como si se les estuviera sometiendo a las más crudelísimas torturas.
Igualmente, ellos nos calificarán como pertenecientes a diversas especies animales –parecen tener una especial fijación con los cánidos, como perros o hienas-, pero no toleran que se les relacione siquiera marginalmente con cualquier ser irracional, menos aún si es del grupo de los suidos.
Eso es lo que ha hecho un avispado empresario malagueño, que lanzó una línea de productos derivados del cerdo bajo la marca Pig Demont. Naturalmente, Cocomocho se sintió aludido y denunció a la empresa por identificarle con un cerdo. De momento ha tenido éxito y ha conseguido que la empresa cierre, a pesar de las protestas del empresario, que jura y perjura que no se ha inspirado en el secesionismo para crear su empresa (aunque el hecho de que haya lanzado una línea de espumosos bajo la denominación de Rufián, especialidad charnego reste bastante credibilidad a sus afirmaciones).
En todo caso, los que me conocen ya saben mi opinión: si alguien debiera sentirse ofendido en todo esto es esa máquina perfecta de la naturaleza, esa prueba incontrovertible de que, ya que la evolución no puede haber dado lugar a algo tan sublime, es indudable la existencia de un Sumo Hacedor.
En una palabra: pidamos perdón al pobre cerdo, víctima inocente de todo esto…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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