A
principios de mes, justo antes de que Chis
Torra visitase la Moncloa, el Gobierno casi en pleno ejecutó una bajada de
pantalones (y faldas, supongo, si es que queremos que las frases hechas también
resulten inclusivas) ante los
golpistas catalanes (o ante los catalanes golpistas, que tanto monta, monta
tanto).
Los
ierreceos exigieron un imposible (un referéndum
pactado), y la ministro Pixidixi, en
lugar de decirle las del barquero, anunció un diálogo sin cortapisas. Fue luego secundada por su colega de
gabinete, que prometió que el supremacista hablaría de lo que considerase oportuno (y autorizó que el referéndum estuviese
en el orden del día de la reunión), después de que, oportunamente, amarrase su voto para la (re) politización de Radio
Televisión Española (algo que, a la postre, no sirvió para nada, porque los
vascos, como buenos vascos, se pusieron cabezones y echaron todo al traste).
Lo
malo es que los pantalones se los bajan ellos, pero los sodomizados somos todos
los españoles.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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