En
inglés, para nombrar el concepto machista
necesitan una expresión de tres palabras: male chauvinist pig, esto es, cerdo chovinista macho (o masculino).
Desconozco si existe la expresión equivalente para las mujeres (es decir, female chauvinist pig), lo que en
español traduciríamos por hembrista o
feminazi.
Con
ambos términos se alude, creo yo, a aquellas mujeres que no persiguen la
igualdad entre hombres y mujeres, sino que atacan al varón en toda
circunstancia y ven en cualquier hecho, aunque sea biológico, una afrenta a las
mujeres, trátese del parto, del mayor vigor masculino o de un comentario
elogioso.
Ambas
posturas, machismo y feminazismo, son reprobables. Sin embargo, hay un elemento
que creo yo que les diferencia, y que hace el feminazismo más despreciable
todavía: un machista rara vez criticará o deseará el mal a otro de su propio
sexo (que no género), mientras que las feminazis
son capaces de desear la violación de aquellas mujeres que no las apoyan
incondicionalmente, ya estemos hablando de una líder política o de un grupo musical.
Igualmente,
hay falsos feministas, que se suben al carro de lo que consideran les puede
favorecer pero callan ante, por ejemplo, el tratamiento que se da a las mujeres
en la mayoría de los países musulmanes. Y ese subir al carro les puede llevar a
caer en posiciones ridículas, como cuando el gobierno de sin vocales pretende erigirse en defensor de las víctimas de
violación. Tiene que ser el Ministerio Fiscal el que les recuerde que la tutela
de las víctimas está garantizada con su intervención.
Si
los suciatas tuvieran sentido de la vergüenza,
se callarían. Pero carecen de él, y no lo harán.
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