En
el segundo volumen de su trilogía, Cixin Liu prosigue con el enfrentamiento
entre la Tierra y los trisolarianos. Cuando éste, finalmente se produce, y sin
pretender descubrir nada de la trama, éste es breve, casi definitivo e
impresionante como pocas escenas que recuerde. Sin embargo, todavía queda un
órdago que maravilla por su inteligencia –la del personaje que lo lanza- y que
no es aceptado por la parte contraria, lo que permite –como he descubierto
consultando Wikipedia- que se alcance una coexistencia pacífica.
En
esta segunda novela, el autor se adentra en el futuro próximo (desde el punto
de vista de los lectores), y presenta varios conceptos interesantes y
originales: la figura de los vallados (no acabo de entender el por qué del
nombre) y su contrapartida, los desvalladores; la idea de confederaciones
espaciales; un planteamiento casi vulcaniano de que el bienestar de la mayoría
es preferible al de una minoría.
Por
último, y como no podía ser menos en un autor chino, son los chinos los que
llevan la voz cantante, tanto de la narración como de la defensa del planeta. Una
especie de Independence Day con ojos
rasgados, por así decirlo…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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