Es
difícil saber qué ocurrirá finalmente con los delirios independentistas
catalanes. Aparentemente, nadie con responsabilidad política que tenga dos
dedos de frente en Europa les concede el más mínimo crédito político. Otra cosa
es que vayan ganando la batalla de la propaganda.
Porque,
si no, ¿cómo explicar que el Parlamento europeo haya vetado una exposición de
fotografías sobre el constitucionalismo y una actuación de Albert Boadella, al
que califica de inflamatorio?
Aunque,
leído el artículo, quizá lo que le consideren es un tocapelotas profesional (y
vocacional), que lo es. A mucha honra.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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