Las
dos etapas del Partido Popular en el Gobierno de España –tanto la de Aznar como
la de Rajoy- deben medirse, más que por las cosas que hizo –con ser éstas
numerosas, beneficiosas y sensatas-, por las que dejó de hacer.
Porque
si bien es cierto que los logros en materia económica son difícilmente
cuestionables (iba a poner incuestionables,
pero siempre habrá quien los cuestione), el maricomplejinismo
que Arriola insufló en la derecha española les impidió revertir muchas medidas
socialistas que eran, y son, profundamente perniciosas para el conjunto de
España. Desde la sumisión a los regionalismos sectarios (recordemos el yo hablo catalán en la intimidad de
Aznar) hasta una política impositiva que los izquierdistas sólo habrían soñado
en sus delirios más enfervorizados, desde la concesión de los medios de
comunicación a la izquierda hasta el mantenimiento de una Ley de desmemoria
histérica profundamente sectaria, parcial y mentirosa.
Ahora,
al menos, el nuevo presidente de los populares
promete hacer lo que no hizo Rajoy, aunque tuviera la última mayoría absoluta
de la que ha disfrutado ninguna fuerza política a escala nacional: acabar con la Ley de Memoria Histórica.
Como
he dicho en el título: a ver si es verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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