Fruto
de su soberbia rampante (y absolutamente injustificada en términos objetivos),
unida a su desprecio por la legalidad y a su ombliguismo patológico, los
secesionistas catalanes muestran una ausencia total de sensibilidad hacia los
sentimientos de los demás.
Así,
tan pronto se comparan con el Ejército Republicano Irlandés como con Mahatma
Gandhi, y tan pronto falsifican la Historia (por no decir que mienten como
bellacos) como pretenden despojar de trascendencia legal sus actos delictivos.
Hace
un mes, el entrenador más sobrevalorado del fútbol mundial (y parte del
extranjero) calificó la campaña de empuercar las vías públicas con nudos
amarillos como una acción humanitaria
y la equiparó a la muestra de solidaridad con los enfermos de cáncer que varios
golfistas habían mostrado poco antes en un torneo.
Ese
miserable hipócrita y creído no parece consciente de que quienes de verdad
suponen un tumor son él y sus compinches, presos en la cárcel no por defender
sus ideas, sino por actuar contra el ordenamiento jurídico.
Un
sitio donde quizá estuviera él, si viviéramos en un país que se respetara a sí
mismo un poco más.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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