Entre
el bien y el mal, entre el cumplimiento de la Ley y el delito, no caben medias
tintas ni componendas. O se está con uno de los lados, o se está con el otro,
pero no cabe no estar con ninguno: el que no está con el bien y la Ley, está
con el mal y con el delito.
En
esa tesitura se encuentran los que dicen que son equidistantes entre los terroristas y sus víctimas, como ocurría
con el recientemente fallecido obispo Setién. Y en esa postura se encuentra la
actual primera edil de la llamada ciudad condal, que dice que no es ni
españolista ni nacionalista, pero que hace un mes se plantó el lazo amarillo,
signo inequívoco de apoyo a ese cáncer que son los golpistas catalanes y
quienes les apoyan, jalean y sostienen.
Resumiendo:
los que dicen equidistar entre lo bueno y lo malo están infinitamente más cerca
de lo segundo que de lo primero.
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