Entre
las muchas hazañas atribuidas a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, se
encuentra la de que sitiada Valencia por la morisma y habiendo fallecido el guerrero
cristiano, fue colocado a lomos de su montura, Babieca (leyendo el artículo en
Wikipedia me entero de que el corcel podría ser… una corcela, esto es, una yegua), y sin necesidad de esgrimir la Tizona (mal podría, estando muerto) hizo que los sitiadores huyeran
espantados.
La
trama Gürtel mostró que la estructura
del Partido Popular estaba entreverada de corrupción. Aunque no es disculpa, lo
mismo ocurre con otros partidos políticos españoles (de los extranjeros no
vamos a hablar), del PSOE al PNV, y de los necionanistas
catalanes (cambian tanto de nombre que ya es imposible seguirles la pista)
hasta los neocom (financiados por regímenes
asesinos, sean dictaduras populistas o teocracias homófobas). Dicho esto, los
condenados por ella bien condenados están, si quedó probado que cometieron los
delitos que se les imputan. Pero no deja de tener su gracia que pudieran irse
de rositas gracias a ese tótem judicial de la más rancia progresía (consultado el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua compruebo que mi
sospecha de estar realizando un oxímoron parece acertada, pero es que tenía
ganas de poner juntas las dos palabritas) –me refiero, claro está, a Baltasar
Garzón-, ya que abogados de los condenados han anunciado una querella contra el ex juez por las grabaciones realizadas por el ex comisario Villarejo.
Y
es que, sin entrar en la catadura moral del personaje (me refiero al que fue
togado), profesionalmente parece ser que era malo de solemnidad. Pero no malo
pa’ un rato, no: malo pa’ siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario