Hay una canción de
Bruce Springsteen, Badlands, del
álbum Darkness on the Edge of Town,
que dice Poor man wanna be rich,/Rich man
wanna be king,/And a king ain’t satisfied/’til he rules everything. Lo que podría
traducirse como el pobre quiere ser rico,
el rico quiere ser rey, y un rey no está contento hasta que lo gobierna todo.
Los
izquierdistas quizá no quieran ser reyes, pero sí quieren ser ricos e,
indudablemente, quieren controlarlo todo. Quieren decidir qué debe comprar la
gente, qué debe ver, qué debe leer y hasta cómo debe conducir. O eso es lo que
cabría deducir de la propuesta de la DGT de que los coches se ajusten de forma automática a los límites de velocidad. Vale, es probable que la ideíta tenga
sus matices (no he leído la noticia completa, ni ganas, ya que es posible que
me quedara sin materia para la entrada), pero ¿qué ocurriría en caso de una
emergencia en la que fuera necesario llegar lo más rápidamente posible a
destino?
Por
otra parte, si los coches se ajustaran automáticamente a los límites de
velocidad, también desaparecerían automáticamente las multas por exceso de
velocidad. Con lo que a los rojeras les encanta recaudar…
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