El
título de esta entrada es exactamente lo que pensé cuando leí el titular Coutinho: ‘Es difícil explicar por qué el Barcelona sólo ha ganado una de las cuatro últimas Champions con Messi’. Un
mes después, sigo pensando lo mismo, sólo que más cargado de razones. Y sin entrar en filias ni fobias, aunque haya más de las segundas que de las primeras.
No
voy a discutir que el enano hormonado es un futbolista con un talento
descomunal, alguien capaz de dar él solo la vuelta a un partido y
desequilibrante hasta decir basta. Y todo ello, a base de puro talento natural
(con una ayuda de laboratorio, porque si el argentino acabó en la ciudad condal
se debió a que el club fundado por un suizo asumió los gastos del tratamiento
con hormona del crecimiento). El futbolista con el que frecuentemente se le
compara, Cristiano Ronaldo, tiene menos talento, pero más fuerza de voluntad,
más tesón, más testiculina. El portugués se ha esforzado por convertirse en un
jugador desequilibrante, aunque su repertorio de juego –lanzamientos de faltas,
pases… por citar sólo dos ejemplos- sea más limitado que el del culé.
Estoy
dispuesto a admitir que Messi pueda ser el mejor jugador de la actualidad. Pero
de ninguna manera que sea el mejor de la Historia pasada, presente y futura,
como dicen sus panegiristas, del meacolonias hasta el último aficionado
culerdo. Y el que no lo sea explica esa aparente incongruencia en cuanto a su
desempeño en las últimas ediciones de la principal competición europea de
clubes.
Messi
es bueno, sí, pero ha necesitado un equipo que juegue para él (Ronaldo también,
lo admito). Cuando la mejor generación que ha visto el Barcelona (y aquí sí que
podría decir y que probablemente verá
nunca) estaba en su cénit, el Barcelona arrasaba. Messi no tenía ese equipo
en su selección nacional, y por eso Argentina nunca se ha comido un colín a
nivel de selecciones con Messi en sus filas.
¿Y
en cuanto al palmarés? Gento tiene más copas de Europa que Messi (que nadie, de
hecho); Maradona (no digamos ya Pelé) tiene más campeonatos del mundo; hasta
Cristiano Ronaldo tiene más trofeos con su selección que Messi con la suya (uno
a cero), y los mismos Balones de oro.
Y sin movernos de Argentina, Di Stéfano también era capaz de echarse el equipo
a la chepa… y, además, jugar en cualquier posición del terreno de juego y hacerlo
bien, sin borrarse jamás, que yo sepa, de los partidos.
Así
que ya lo ves, Coutinho: no es tan difícil de entender…
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