Joe Hill es hijo de quien es, y eso se nota en el estilo de su literatura (al menos, de la que yo he leído). Cualquiera de sus relatos -parece desenvolverse mejor en el relato corto que en la novela y, desde luego, no tiene el ritmo frenético de su padre- podría incluirse sin problemas en uno de los muchos volúmenes que ha publicado Stephen King, y no creo que nadie notara la diferencia. O no demasiado.
Eso sí, hay una cosa que le distingue de él, y es que parece incapaz de escribir un solo relato que tenga un final feliz o, al menos, no terriblemente trágico. Por lo demás, este volumen se lee como todos los demás, en un suspiro.
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