Hay que reconocer que la inventiva de los de la mano y el capullo a la hora de (intentar) evitar la acción de la Justicia tiene tan pocos límites como sus escrúpulos éticos.
Tomemos el caso del, hasta ahora, granuja de
mayor nivel jerárquico que ha pasado por los banquillos, Santos Cerdán. A diferencia
de los demás investigados en la trama de corrupción del PSOE -Ábalos, Koldo,
Aldama-, no se le ha concedido libertad provisional, sino que ha ingresado en
prisión sin posibilidad de fianza.
Molesto por este trato diferente, el navarro
ha recurrido ante el Tribunal Constitucional -en el que, recordemos, pastorea Golpe
Pumpido- lo que él considera una vulneración de sus derechos fundamentales, entre
los que incluye ¡el de la libertad! Que no se enteren todos los que están
presos por cualquier causa, puesto que saturarían el edificio tronco cónico de
Domenico Scarlatti de escritos de recurso de amparo.
A éste habría que recordarle que Justicia no es tratar a todos por igual, sino a cada uno como se merece. Y Cerdán se merece estar entre rejas. Aunque los demás, probablemente, también.
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