Por pura casualidad, el comentario de esta obra aparece justo el mismo día (y sale al aire sólo ocho horas después) que la cita de su primera frase.
Como dice el propio Asimov, sus lectores ya
conocían parte de su vida por las introducciones a sus relatos breves, en las
que ponía los mismos en contexto. Pero algunos, entre los que me cuento, no
habíamos leído su primera autobiografía, así que, cuando me enteré -quizá
visitando Microsiervos- de la publicación de esta segunda, le di la
bienvenida con (metafóricamente) los brazos abiertos.
Tras leer esta obra, pienso que comparto
algunos rasgos con Asimov: falta de falsa modestia, incapacidad patológica de
mantener la boca cerrada cuando debería estarlo y buena memoria. En esto, como
en el nivel de inteligencia, el escritor me supera de largo.
Un par de observaciones finales. La primera, que esta debe ser de las pocas autobiografías en las que se recoge la muerte del autor (en este caso, escrita por su esposa). La segunda, que la biografía mantiene la versión oficial inicial de que la muerta de Asimov se debió a un fallo renal y cardíaco, en lugar de la real (consecuencia de haber recibido una transfusión de sangre contaminada con el virus del SIDA), que no sería revelada hasta diez años después de su muerte.
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