Durante cuatro décadas, el territorio al Sur de Despeñaperros se convirtió para el partido de la mano y el capullo en un inmenso pesebre donde apacentaban a las masas aborregadas, con el espurio objetivo de detentar el poder a perpetuidad, que decían en Scaramouche.
Pero no hay mal que cien años dure ni cuerpo
que lo resista, y finalmente el chiringuito cayó. El gobierno del Partido
Popular, primero en coalición con Ciudadanos y luego en solitario, con mayoría
absoluta -¡de la derecha, en Andalucía!- ha ido sacando a la región del retraso
económico en que se encontraba -no sólo en términos españoles, sino incluso europeos-,
y ahora parece que se dedica a cosas más estructurales.
Porque, a finales del mes pasado, saltaba la
noticia de que el consejo regional de gobierno preparaba el despido de los enchufados
del PSOE -personas afines al partido y familiares de sus dirigentes- que,
primero en la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo y, tras la desaparición
de ésta, en el Servicio Andaluz de Empleo, han trabajado durante catorce años sin
tener la titulación necesaria para ejercer el cargo ni pasar el proceso de
selección. Los sindicatos protestaron, pero ahora una resolución judicial ha dado la razón a la Junta.
Y, conociendo el percal, hasta lo de trabajar pondría yo en cuarentena.
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