La izquierda española en general, y más la actual, son muy de mostrar su disgusto con esto, lo otro o lo de más allá; pero si tienen algún cargo, puesto o prebenda, su disgusto no pasará de las palabras, y nunca llegarán a los hechos.
Es lo que pasa con el presidente del consejo
regional de gobierno de Castilla-La Mancha, Emiliano García Paje, que
constantemente critica de palabra la actuación que está siguiendo bajo la égida
del psicópata de la Moncloa el partido fundado por Paulino Iglesias… pero que
no pasa de ahí: ni rompe su carnet de militante, ni renuncia a sus cargos, ni
tampoco se enfrenta directamente al que hace y deshace (aunque luego parezca
que no se entera de nada) en la formación. Es decir, no da un paso adelante, ni
un paso atrás, ni siquiera un paso a un lado. Nada. Cero. Estatuario total.
Y es lo que ha ocurrido con la hormiga
atómica y quien fuera parte decapitada de la bicefalia socialista de
hace treinta años, que han dejado entrever su malestar con el
énfasis de Moncloa al defender el atrincheramiento del fiscal particular del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Molestos, sí… pero ahí siguen, aferrados a sus respectivas poltronas.
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