Hace algunos días (un par de semanas, quizá) mencioné la película Sublime decisión, basada a su vez en una obra de teatro, que retrataba perfectamente el sistema de las cesantías de hace siglo y medio.
En efecto, cuando cambiaba el partido
gobernante, para hacer hueco a su recua de patrocinados echaba a todos
los que estuvieran en la Administración (que, evidentemente, habían sido
colocados allí por el gobierno saliente).
Andando las cosas, el tema se fue profesionalizando
un tanto. Pero los marxistas siguen anclados en el siglo XIX, y para ellos las
cosas no han cambiado demasiado, por lo que en cuanto pueden se apresuran a meter,
aunque sea con calzador, a toda su caterva de inútiles e indocumentados.
Algo que, en el curso de las actuaciones
judiciales que examinan el estado reciente de la trama de corrupción del
partido de la mano y el capullo -como he dicho varias veces, la corrupción es
consustancial a la formación creada por Paulino iglesias-, ha puesto de
manifiesto quien fuera la directora de la empresa administradora de las infraestructuras ferroviarias, al señalar que era habitual hacer llegar los
curriculum a INECO, otra de las chicas para todo de la
Administración pública.
Así iban… y así nos va.
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