Este razonamiento es una especie de derivada de la doctrina Mafalda. Ésta consiste en que, si la izquierda apoya algo, ese algo (para los de derechas) es malo; y, a la inversa, si la izquierda critica algo, ese algo (de nuevo para los de derechas) será indefectiblemente bueno.
¿Con quién se relaciona el psicópata de la
Moncloa? Compra gas al tirano del Kremlin, está a partir un piñón con el
autócrata de la Ciudad Prohibida, nadie le hace caso ni en Europa ni en
Norteamérica y, para remate, se ha montado su propio chiringuito para atacar a
lo que llama la internacional reaccionaria.
Pero repasemos con qué compañeros de mesa se
encuentra: Petro, un exterrorista con menos educación (académica y de la otra)
que el virus de un piojo, y liberticida como él solo; Lula, un gobernante tan
malo que ha tenido que venir otro peor (Bolsonaro) para que parezca alguien
respetable; y Boric, que está empeñado en cambiar la constitución de su país,
Chile, aunque la población le diga, consulta tras consulta, que gracias pero
no, gracias.
Y con estos mimbres quieren luchar contra la reacción.
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