El clero católico en Cataluña y Vascongadas se ha mostrado tradicionalmente muy complaciente, cuando no directamente seguidista o favorecedor, con los movimientos separatistas, contradiciendo así la etimología de su credo, que de universal ha pasado a ser particular.
Quizá lo hicieran por convicción, quizá por
puro y simple interés y cálculo. Sólo que lo del cálculo les ha salido mal, porque
cuando uno alimenta a una serpiente -aunque esa serpiente se disfrace de jumento-,
el reptil siempre acabará volviéndose contra quien le cuidó.
Es lo que pasó a finales del mes pasado. En el
ayuntamiento de la ciudad condal gobierna el partido de la mano y el capullo,
que es tanto como decir que gobiernan los separatistas. Pues bien, el
arzobispado de la ciudad tuvo que censurar el cartel municipal de las fiestas por ridiculizar a la Virgen de la Merced.
La que ha quedado en ridículo ha sido, más
bien, la jerarquía católica barcelonesa.
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