sábado, 19 de diciembre de 2015

Reflexionemos

Esa entrada tenía reservada su fecha desde antes de que comenzara la campaña electoral. Del mismo modo, tenía bastante claro el esquema e incluso el contenido de la misma, aunque la forma definitiva la adquirirá según vaya escribiéndola, porque incluso mientras lo hago no tengo decididas todas y cada una de las palabras.
Tengo decidido mi voto desde hace meses, años incluso. Quizá eso sea una muestra de sectarismo, como me han achacado a veces, o quizá lo sea de cabezonería. Sin embargo, como con casi todo en mi vida, voy a intentar racionalizar mi decisión.
Por otra parte, la jornada de reflexión es una sandez. Para empezar, supone que los españoles reflexionan, lo que es mucho suponer; pero hablando en serio, ¿qué se va a decidir en veinticuatro horas que no se haya ya decidido?
Voy a hablar de seis partidos, exponiéndolos de izquierda a derecha. A tres de ellos no los votaría ni aunque cada uno fuera el único partido al que votar; a los otros tres, según las circunstancias, podría pensar en votarles.
Los tres partidos a los que nunca votaría son, claro, neocom, paleocom y socialistas. A los comunistas, de los antiguos o de los nuevos, no los votaría ni atado. Carecen de cualquier realismo en sus postulados económicos –a uno puede no gustarle eso que llaman los mercados, pero el hecho es que rigen la vida económica del mundo-, y su furibundo anticatolicismo me produce arcadas.
Los socialistas son un desastre parecido. En tiempos pudieron tener una serie de dirigentes de una cierta altura política e intelectual, pero Rodríguez pasó por el partido como el caballo de Atila, y a su paso sólo dejó la inanidad intelectual. Con decir que la gran esperanza es la presidente de la Junta de Andalucía, a la que no se conoce oficio ni beneficio fuera de la política, está todo dicho.
Los otros tres partidos son –también esto está claro- Ciudadanos, Partido Popular y Vox. A los del partido emergente del centro izquierda no les votaré por dos razones: muestran una incoherencia (por decirlo de alguna manera) entre sus dichos y sus hechos que corre pareja con la que en su día tuvo UPyD, ya que critican a socialistas y populares, pero al final les cuesta mucho menos apoyar a los primeros que a los segundos; y, por decirlo lisa, llana e irracionalmente, su líder me resulta un poco repelente, tan perfectito, tan impoluto… Si viviera en Cataluña, es posible que me planteara el votarles en unas elecciones autonómicas, porque la sección catalana de los populares ha sido hasta ahora bastante vomitiva.
Vox representa todo aquello que me gustaría en el Partido Popular: de derechas sin complejos, defensores de la unidad de España, contrarios al aborto, con líderes y figuras a los que podría respetar en el ámbito personal. Pero, seamos sinceros, cuentan con poquísimas posibilidades de conseguir representación parlamentaria –me sorprendería que la obtuvieran-, no digamos ya de ser decisivos.
Y llegamos al Partido Popular, que es el partido al que pienso votar. Estos cuatro últimos años ha hecho muchas cosas que nos han asqueado a los que les votamos, desde subir los impuestos –ahí quizá no hubiera otro remedio, visto como el dos veces quebrante Solbes dejó el tema- hasta la suelta indiscriminada (o casi) de terroristas, asesinos y violadores. Pero es el único partido con posibilidades de gobernar (por lo que parece, Ciudadanos tiene pinta de ser decisivo a la hora de establecer quién gobierna, pero no de llegar a ser la primera fuerza) que sabe de qué va la economía.
Para resumir: entre un Partido Popular nauseabundo y el caos, elijo a los populares; entre un Partido Popular nauseabundo y unos principios éticamente respetables pero con ínfimas posibilidades de conseguir algo, vuelvo a elegir al Partido Popular. Sólo espero que más españoles de los que dicen las encuestas –porque, no nos engañemos, no hay un cuarenta por ciento de indecisos, ya que muchos de ellos lo que ocurre es que no quieren decir a quién van a votar- hagan lo mismo que yo. Por el bien de España los próximos cuatro años: con suerte, los neocom serán para entonces un mal recuerdo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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