jueves, 31 de diciembre de 2015

Sin que sirva de precedente

En el fútbol actual, suelen contraponer a Messi y a los demás jugadores en general, y a Cristiano Ronaldo en particular. Si el de Madeira es un chulo, un creído, un ligón, un prepotente, alguien que mira sólo por sí y no por el equipo (algo de todo eso hay, la verdad), el de Rosario es poco menos que un ejemplo a seguir por toda la humanidad y parte del extranjero, una especie de nuevo messí-as (ja ja).
Sin embargo, el astro argentino tiene defectos. Como todos. Y aunque no los tuviera, es humano. Por eso, cuando en el reciente mundialito de clubes, celebrado en Japón, un hincha del equipo argentino que jugó la final escupió al diez del Barcelona (los aficionados argentinos, siempre tan ejemplares…), Messi no respondió como la criatura cuasi angélica que sus apologetas quieren que nos creamos que es, sino como un ser de carne y hueso. Golpeó al escupidor.
Olé por una vez, señor Messi. Bien hecho.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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