domingo, 3 de abril de 2016

Ideología destructiva

El PSOE es una máquina de perseguir y conservar el poder, que además constituye la única argamasa capaz de mantener cohesionado el partido. Cuando dejan de ostentar el poder, las tensiones afloran y empiezan los navajeos.
En cambio, en la formación neocom parece estar ocurriendo precisamente todo lo contrario. Mientras permanecieron al margen del sistema, o en lucha contra este, constituían una turbamulta variopinta pero razonablemente cohesionada (hoy voy a gastar la palabrita, parece) que marchaba, o eso parecía, en una sola dirección.
En cambio, ha sido empezar a catar poder y que hayan aflorado los personalismos y las discrepancias entre las diversas corrientes, mareas y movimientos y el aparato del partido. Aparato que ha pretendido imponer la ley del silencio hasta que consigan recomponerse (si es que lo consiguen, claro). Una postura esta de boca cerrada a la que tan proclives son los movimientos totalitarios, sean del jaez que sean.
Así, mientras el sector más izquierdista del partido –y eso ya es mucho decir en un partido comunista- reclama a Junior que no se apoye a Sánchez, provocando así la convocatoria de unas nuevas elecciones generales, nueve dirigentes proclives al becario ubicuo fueron y presentaron su dimisión. Mientras, Junior hacía bromitas sobre mandar a los disidentes a Siberia, y su mano derecha en trance de ser amputada culpaba al aparato del PSOE de todos sus males.
Ya se sabe, la culpa siempre es de los demás.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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