lunes, 2 de enero de 2017

Contumacia pertinaz

En el último mes del año hay una serie de constantes. Las calles se iluminan con la excusa de las fiestas navideñas –aunque algunas de esas iluminaciones sean escasamente festivas y nulamente navideñas-, la gente se lía a comprar regalos… y la película que la Academia Española del Cine ha elegido como representante para optar al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa queda fuera de juego a las primeras de cambio.
Y eso ocurre gobierne en España la derecha o la izquierda, los proclives a la cultura (llamémosla así) estadounidense o los que abominan de ella (aunque en general unos y otros pierdan el culo por disfrutar de las gabelas derivadas de esa cultura). Y ocurre porque en la Academia Española del Cine los que cortan el bacalao son los pijiprogres, esa panda de onanistas mentales que sólo saben mirarse el ombligo y proponer como candidatas, no diré películas que les gusten o hechas por gente de su cuerda (la defenestrada este año es de Almodóvar, al que tampoco por estos lares le tienen simpatía sus colegas), sino películas que a los yanquis les aburren soberanamente.
No digo yo que las otras (pre) candidatas –de Alemania, Irán, Rusia, Canadá o Dinamarca- sean mucho más interesantes, pero parece que en esos países los respectivos proponentes de candidatos sí que le tienen cogido el tranquillo a eso de elegir una película que les represente.
Diría que los españoles bien podrían aprender de las citadas naciones, pero es que el mundo de la cultura de la piel de toro está tan empapado de su propia autosuficiencia que lo más probable es que piensen que al otro lado del charco no tienen ni puñetera idea de hacer cine. Y si hay algo que saben hacer allí es cine… y venderlo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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