Quizá
no sea la serie más larga (con más episodios) que haya visto (esas dos
temporadas con la mitad de episodios…), pero es casi seguro la que más
temporadas ha tenido (doce), al menos de momento.
La
empecé a ver ya comenzada, así que en su día me pegué una panzada de ver
episodio tras episodio de las primeras siete u ocho temporadas; tras eso, el
tener que esperar semana a semana a que apareciera un nuevo episodio resultaba
un poco frustrante (los dos últimos me los vi del tirón, e hice bien, porque el final del penúltimo es un cliffhanger de cuidado). A cambio, como ocurre con Big bang, cuando me tropiezo con un episodio en la tele es
divertido intentar adivinar a qué temporada pertenece (en ésta es más fácil que
en la de los científicos chiflados, porque en cada temporada pasa algo
importante).
Con
el tiempo, aprendí a detectar que el culpable del crimen correspondiente era,
casi indefectiblemente, el primer sujeto al que interrogaban, fuera sospechoso
o no. En cuanto a que en cada episodio apareciera un cadáver (o varios) en
diversos grados de putrefacción, no me afectaba demasiado: la mayor parte los
he visto después de la cena…
Lo
más interesante de la serie no eran los crímenes, claro, sino lo que les pasaba
a los protagonistas al margen del trabajo. En este sentido, el final de la
serie ha sido lo bastante abierto como para que, llegado el caso, puedan
retomarla.
Eso,
si Emily Deschanel no sigue engordando…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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