La
UEFA prohíbe en sus partidos todo tipo de mensaje político. Los clubes que
participan en sus competiciones conocen este extremo, o deberían conocerlo. Y respetarlo,
aunque en algunos casos eso sea mucho pedir.
Uno de
esos casos –el más significativo en la actualidad, probablemente- es el del
Fútbol Club Barcelona. Uno de los clubes más politizados del continente, que ha
hecho que algunos que admiramos su juego en la primera temporada en que fue
entrenado por José Guardiola hayamos vuelto a desear que pierda, y cuantas más
veces mejor, en una especie de versión balompédica de si es malo para el Farça,
entonces es bueno.
Pensando
que todo el monte es orégano, las peñas culerdas
han trasladado sus proclamas secesionistas al ámbito internacional. Como en
España sale gratis pitar al Rey, al Himno y a la bandera, habrán creído que más
allá de los Pirineos también les iban a reír las gracias. Pero no: tras una
advertencia, la UEFA ha abierto expediente al club rojiazul por la exhibición
reiterada y contumaz de banderas estrelladas.
Ante
esta decisión, la federación mundial (¿y por qué no universal, ya puestos?) de
peñas del Barcelona ha presentado una demanda en un juzgado catalán alegando
que la decisión de la UEFA conculca la libertad de expresión de los aficionados
culerdos. Libertad de expresión que
sólo suelen esgrimir en su favor, pero que cuando es ejercida contra ellos
critican y califican de anticatalanismo.
Pues
espero que se lleven una hostia (judicial) de las que no se las salta un
gitano, ea. Dicho sea en el ejercicio de mi libertad de expresión, claro.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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