Como
no me canso de repetir, los neocom,
habiendo hecho de la crítica a lo que ellos llaman la casta un mantra electoral bastante cansino, en cuanto han
entrado en las instituciones se han apresurado a adoptar los modos y maneras de
aquellos a los que criticaban.
Así,
han cobrado íntegros los sueldos que les correspondían, mientras que su
presencia en las sesiones era más bien escasa, y su trabajo también; han
contratado o nombrado a familiares (ascendientes, descendientes y colaterales,
ya sea por consanguinidad o por afinidad), aunque sostienen que lo han hecho
porque –vaya tú, mira qué casualidad- los nombrados son (siempre) las personas
más cualificadas para el puesto en cuestión; y ahora, hasta tienen trásnfugas.
En
efecto, una parlamentaria autonómica en Valencia ha sido expulsada del partido por inscribir a menores en el censo para las
primarias al Consejo Ciudadano y desacreditar a otros candidatos a través de
cuentas falsas en redes sociales. Cosas que uno podría esperar de políticos
con experiencia y más conchas que un galápago, pero no de estos teóricos recién
llegados a la cosa pública. Pues bien,
aunque los órganos de dirección del partido se mostraban confiados en que la
susodicha entregase su acta de parlamentaria, la interfecta se ha negado: acogiéndose
al código ético del partido asume la decisión tomada por la Comisión de
Garantías Democráticas Estatal, pero ha decidido pasar a convertirse en diputada no adscrita para no contravenir
las decisiones de los órganos superiores.
Es
decir, que reconoce que hacen bien en castigarla expulsándola del partido, pero
no pidiéndole que renuncie a ser parlamentaria. Seguramente, el jugoso sueldo
que está cobrando no haya tenido nada que ver…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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