Cuando
Rodríguez llegó a la secretaría general de los socialistas, comenzó a convertir
el partido en un erial en términos intelectuales. Tampoco es que tuviera que
esforzarse demasiado, la verdad, pero algún miembro con algo más de
inteligencia que de sectarismo quedaba en el partido. Para cuando terminó,
podría decirse que habían pasado de la astronomía a la astrología (por aquello
de la conjunción planetaria que dijo Masturbito), y ahí siguen, la verdad,
porque considerar a Susanita la gran
esperanza de los socialistas demuestra que bajo ha caído el nivel en el partido
del puño y la rosa.
Rajoy
no es que haya hecho algo parecido en el PP (le habría sido difícil, el nivel
intelectual medio en el partido de la derecha es bastante superior al de los
socialistas… nuevamente, tampoco hay que correr mucho para ello), es que ha
hecho algo mucho peor: ha abjurado de los principios que hicieron grande al PP
en términos éticos, convirtiéndolo en algo parecido al PSOE, en una máquina que
lo que persigue es alcanzar y retener el poder. Sin embargo, adolece de un
tremendo hándicap frente a los suciolistos,
ya que carece de su falta de escrúpulos y de su desparpajo. Digamos que es un quiero y no puedo.
Presenta
también un grave síndrome de negación de la realidad, ya que Rajoy considera
que en las próximas elecciones recuperarán sus antiguas posiciones. Dependiendo
de lo que entendamos por antiguas,
esta apreciación (que suelta un tufo a arriolismo que tira para atrás) es más o
menos errada: el efecto Rivera puede
haber quedado parcialmente desactivado –tanto más cuanto más pretenda Naranjito nadar y guardar la ropa, algo
que cada vez le será más difícil o costoso en términos electorales-, pero la
izquierda se encuentra en proceso de recomposición. Y si malo es un PSOE fuerte
y radicalizado, un partido neocom que
les fagocite es todavía peor.
Y ya
hemos visto que apelar al voto del miedo
no sirve de nada, o de muy poco.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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