Lo que parecía imposible, un acuerdo entre los antisistema de la CUP y los muy sistemáticos de Convergencia Democrática de Cataluña e Izquierda Republicana de Cataluña, al final se produjo, mediante otra imposibilidad: que Arturito Menos se apeara del burro (ese burro que los nacionalistas catalanes han asumido como símbolo) y dejara el paso a otro. Otro que ha resultado ser un tal Carlos Puigdemont, un convergente radical, alcalde de Gerona y líder de la Asamblea de Municipios por la Independencia.
Un candidato que deberá ser elegido (si es que al final sale, que en Cataluña todo es posible) en un pleno convocado in extremis (el plazo terminaba hoy mismo) y, según el líder popular en la región, de manera ilegal, al incumplir el reglamento. Teniendo en cuenta que esta gente se salta todas las leyes habidas y por haber, desde la Constitución hasta la de la gravedad, qué más les da saltarse un reglamento de nada.
De este envite sale tocada la CUP. Más que tocada, partida por la mitad, como partida por la mitad está la comunidad catalana. A pesar de todo, se muestran orgullosos de enviar a Arturito a la papelera de la Historia (mientras la región, añado yo, se encamina al estercolero).
Aunque el futuro expresidente manifieste que el acuerdo con la CUP ha hecho saltar las alarmas en el Estado, y los neocom teman que ese mismo acuerdo facilite una gran coalición entre PP y PSOE, no creo yo que las cosas lleguen a tanto. La derecha rajoyesca es maricomplejines y tancredista, y el PSOE odia tanto al PP que prefiere que España se hunda a tener que ayudar al PP a salvarla.
Malos tiempos siguen avizorándose en lontananza… Lo que habría que hacer es aplicar el artículo 155 de la Constitución y, si siguen poniéndose farrucos, el 8. Y sanseacabó.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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