Actualmente,
los grandes capitales vienen de China, como hace medio siglo venían de Japón
(siempre recuerdo la frase que aparece en Sol naciente, la novela de Michael Crichton, atribuida a Akio Morita, el
fundador de Sony, que decía, a propósito del hecho de que las empresas
japonesas estaban comprando a las estadounidenses: si no quieren que lo compremos, no lo vendan). Ya sea equipos de
fútbol (como mi querido Español) o edificios, los yuanes fluyen por todas
partes.
En la
Plaza de España de Madrid hay dos rascacielos, la Torre de Madrid y el Edificio
España. Mientras que el primero goza de una razonable buena salud económica y estructural, el segundo ha ido dando tumbos
en la primera, y como consecuencia se encuentra en un estado de abandono que
afecta a la segunda.
Así las
cosas, el grupo Wanda (uno de esos conglomerados chinos; de hecho, el mayor
grupo inversor del mundo) se mostró interesado en invertir en Madrid y compró
el Edificio España, con ánimo de reformarlo, restaurarlo y que volviera a ser
económicamente viable. Sin embargo, las trabas que le ha ido poniendo el
consistorio neocom que rige los
destinos de la Villa y Corte hicieron que primero se plantease abandonar sus
propósitos, y que finalmente desistiera de los mismos.
Lo malo
no es que este grupo chino nos mande a la mierda, con toda la razón del mundo. Lo
verdaderamente malo es que España en general, y Madrid en particular, queda como la mierda a los ojos de los chinos.
Y tres
mil millones de ojos son muchos ojos, doña
Rojelia…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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