Cuando
en el extranjero algún actor tiene que interpretar a un personaje histórico
deleznable (Hitler, Mengele, Idi Amin…), el actor en cuestión intenta hacer el
papel lo mejor posible. Si de casualidad le dan un premio (como a Forest
Whitaker por interpretar a Idi Amin), recogen el premio y sanseacabó.
En España,
claro no ocurre eso. Cuando un actor tiene que interpretar un personaje que le
desagrada, y tiene la ocasión de hablar, se despacha diciendo el asco que le
producía el personaje, sin darse cuenta que es el actor el que produce asco a
los que le escuchan. Estoy pensando, en concreto, en el caso de Juan Echanove,
cuando recogió el premio por interpretar a Franco en Madregilda. Hasta entonces
me caía razonablemente bien; desde entonces le considero un gilipollas
integral.
Centrándonos
en el presente, tenemos el caso de uno de los intervinientes en la Mamarrachada
de Reyes organizada por el Ayuntamiento de Madrid, que puso a caer de un burro
(de un camello no, este año no había animales –salvo los bípedos implumes-
porque se podían estresar) el aspecto religioso de la Navidad y los Reyes
Magos. Sigue el ejemplo, supongo, de un concejal neocom de Museros (Valencia), que se despachó diciendo (sic) a la mierda los reyes magos, el papa noel y la puta madre que los parió, para rematar con un incoherente Feliz navidad a todos.
Probablemente
haya que disculparle: como el sujeto ese no debe tener padre conocido, habrá
pensado que todo el mundo se encuentra en la misma condición que él…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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