Muchos
son aquellos que viven en el mundo occidental y abominan de él. En España, ese
tipo de gente abunda en el ámbito de las, llamémosle así, artes escénicas. Ya se
dediquen a la canción o a la actuación, no dudan en criticar, o directamente en
poner a parir, todo aquello que da sentido a nuestra civilización: la economía
de mercado, la tradición judeocristiana, la ideología liberal… Eso sí, se
cuidan muy mucho de dejar de vivir en ese entorno tan pernicioso y deleznable
(y si alguno lo hace, como Guillermo Toledo, no tarda demasiado en volver a
aquello que tanto denostan y que tan bien les da de comer).
La última,
de momento, en subirse al carro ha sido Irene Escolar. Poco conocida, me parece
(lo último importante que ha hecho ha sido el papel de Juana la Loca en Isabel, mi reina), aunque perteneciente
a una familia importante en los escenarios y las películas (la de los Gutiérrez
Caba), se ha descolgado diciendo que el capitalismo me da ganas de llorar siempre.
Probablemente,
esa afirmación sea matizable (aunque no creo que demasiado, ya que a la única
política que admira es a la paleocom
devenida neocom y alcaldesa de
Madrid, doña Rojelia), pero la
respuesta que me viene a la cabeza es pues
nada, hija, trabaja gratis, por amor al arte, o vete a uno de los paraísos
socialistas que todavía quedan en el mundo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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