martes, 26 de enero de 2016

Pompeya

La introducción a este comentario va a ser doble, porque primero me referiré al autor y luego al tema.
Tuve noticias de Robert Harris con su primera novela, Patria, una de las mejores ucronías/distopías que he leído (en novela tampoco han sido tantas), con una interpretación muy inteligente de cómo podrían estar las cosas en los años sesenta si Hitler no hubiera perdido la guerra (para empezar, sería un mundo mucho más escorado a la derecha, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos), y que dio lugar a una película de televisión razonablemente fiel a la novela.
En cuanto al tema, indudablemente conocía la famosa erupción del Vesubio en el 79 d.C. que sepultó Pompeya y Herculano, y también leí en su día Los últimos días de Pompeya, aunque que me maten si recordaba nada de la trama (salvo que Pompeya acaba mal, claro) hasta que la leí en Wikipedia.
Centrándonos en la novela de Harris, podríamos decir que aborda el acontecimiento desde un punto de vista científico, al menos para la época en la que se desarrolla. Es decir, los personajes –singularmente, el protagonista Atilio y el histórico Plinio el viejo- descartan cualquier causa sobrenatural que provoque la erupción; desconocen lógicamente todo sobre el magma, el interior de la tierra y demás, pero se atienen a los hechos que pueden observar para deducir causas y anticipar efectos.
En cuanto a la trama, es bastante previsible. Dejando aparte que, finalmente, la erupción destruye las ciudades, desde el principio puede verse que el protagonista conquistará a la chica y que el malo pagará sus crímenes (en una especie de justicia poética, por otra parte). Sin embargo, también hay algunas sorpresas de vez en cuando.
Finalmente, y salpicados aquí y allá, aparecen detalles históricos, referidos sobre todo al tema del suministro de agua a las poblaciones de la bahía de Nápoles.
Para remate, leí que se habló de hacer una película basada en el libro dirigida por Roman Polanski (bueno...) e interpretada por Orlando Bloom y Scarlett Johansson. Sólo puedo decir que menos mal que la cosa no llegó a buen puerto...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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