Los
políticos tienden a hacer promesas vacías y gestos grandilocuentes de cara a la
galería (o mejor cabría decir de cara al rebaño). Esto es tanto más cierto
cuanto más a la izquierda se encuentra el político en cuestión, ya que la
demagogia hipócrita se acrecienta en esa dirección ideológica (como suelo decir
yo, un progre es alguien que,
proclamándose de izquierdas, vive como nos gustaría hacerlo a los de derechas).
Por
lo tanto, un socialista será más hipócrita que un popular, y un comunista (paleo
o neo, tanto da, aunque los
segundos tienen más posibilidades porque están más en el candelabro, que diría la modelo) mucho más aún. La prueba la
tenemos en Junior, que se apresuró a
proclamar tras las elecciones que su grupo renunciaría al plan de pensiones de
los diputados.
Dejando
aparte la escasa credibilidad que semejante declaración merece (ya hemos visto
cómo no han renunciado a los sueldos de eurodiputados, alcaldes, concejales y
parlamentarios autonómicos), el hecho es que, aunque de verdad quisiera renunciar,
no podría… porque ese plan fue suprimido hace ya algunos años.
Lástima
de ocasión perdida. Y es que antes se coge a un mentiroso que a un cojo, Pablo,
Pablito, Pablete…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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