Uno
de los (muchos, en mi opinión) de Federico Jiménez Losantos ha sido tildar a la
derecha española (léase, el Partido Popular) de maricomplejines. Tienen tan interiorizada la llamada superioridad moral de la izquierda (esa
que la propia izquierda se ha atribuido a sí misma sin ninguna justificación
objetiva que la sustente, sino más bien todo lo contrario) que hasta cuando
tienen razón (que suele ser la mayoría de las veces… de nuevo, en mi opinión)
se muestran inseguros y apocados.
Quiero
pensar que se trata de eso, y no de mero cálculo político y apego por el poder,
lo que ha motivado que el PP se haya mostrado dispuesto a negociar con el PSOE la reforma laboral, y manifestar también voluntad para sentarse con Pedro
Sánchez a hablar de la Lomce y de la ley
mordaza. Se trata de tres medidas legislativas a cual más acertada:
aplicando la doctrina Mafalda, viendo
cómo ha reaccionado la izmierda a las
mismas está claro que han acertado de pleno al legislar en el sentido en el que
lo han hecho.
El Gobierno
(en funciones) también lamenta que no haya nadie al otro lado para escuchar sus propuestas. ¿Para qué han de escuchar,
si han conseguido que sus enemigos (porque así es como los ven) se avengan
ellos solos a derogar las normas, al igual que ocurrió con la reforma laboral
en la última etapa de Aznar?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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