Dice
el adagio castellano que las cosas de
palacio van despacio. Esto es especialmente cierto con las cosas de los
palacios de Justicia, donde los procesos se dilatan por meses, años y hasta
décadas. Pero todo llega al que sabe esperar, dice otro refrán, y parece que el
día de San Martin para la antaño todopoderosa familia Poyuelo se va aproximando, lento pero seguro.
Lo
que quiero decir es que, finalmente, el matrimonio Pujol Ferrusola (nunca tanto
una familia funcionó como una famiglia
en el sentido más mafioso, gansteril y delincuente de la palabra) ha sido imputado por blanqueo de capitales en la Audiencia Nacional. Veremos cómo va el
asunto, porque es mucho lo que Jorgito
Poyuelo puede saber sobre los trapos sucios de la vida política española
del último medio siglo (década arriba, década abajo) –al fin y al cabo, ha
estado metido en parte de ellos por propia iniciativa-, y podría verse tentado
de tirar de la manta si teme que pueda ser enviado al frío y duro trullo. Por
otra parte, el hombre ya no es ningún chaval, y puede ocurrir que la parca le
alcance antes de que lo haga la espada de la justicia.
De
la justicia humana; porque para los que creemos en la Justicia divina, de ésta
no hay escape posible, por muchos maletines que hayas llevado a Andorra o por
muchas veces que hayas consultado a brujas y nigromantes.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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