Dentro
de los deportistas secesionistas se pueden distinguir dos grupos: uno, más
pequeño, integrado por aquellos que –a título de ejemplo, Olegario Presas-,
aunque han nacido españoles, no se sienten como tales, y siendo consecuentes
rechazan jugar en la selección española de su deporte correspondiente; y otros
que, a pesar de proclamarse más o menos nítidamente (y según cómo, cuándo y
dónde) separatistas, miran primero a su bolsillo y deciden, es de suponer que
tragándose la repugnancia que tal ordalía les supone, jugar bajo los colores de
la rojigualda.
En
este segundo grupo se encontrarían el charnego Hernández, el Shakiro, Iríbar, el mediano de los Gasol
o el calvo melifluo. Y a tan selecto
grupo se ha unido un tal Miguel San José, que ha dicho que se puede ser independentista y jugar en la selección (española, se
supone), y se ha quedado tan ancho.
Como
poder, Miguelito, se puede; pero, la verdad sea dicha, no queda demasiado
elegante.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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