Cuando
los neocom hicieron su aparición en
las calles públicas, bramaban contra la
casta, es decir, contra los políticos de toda la vida y su forma de
comportarse. Según ellos, la clase política era una endogamia que sólo miraba
por ella y que no representaba a la gente.
Pero
cuando han empezado a pillar poder, los neocom
se han portado como aquellos de los que abominaban, realizando las mismas
acciones, corregidas y aumentadas. Y cuando se les echa en cara, poniéndoles
frente a sus contradicciones, hacen también lo mismo que aquellos contra los
que, en teoría, se levantaron: decir que no son como los demás.
Pero
sí lo son. Y no sólo eso, sino que apoyan o se apoyan en la casta (no con cualquiera, claro está, sino con aquellos que,
como ellos, son capaces de cualquier cosa para pillar cacho: los socialistas)
para hacer lo que vilipendiaban: colocar a afines, gastar el dinero en afines,
pensar en los afines y orillar la meritocracia, primando el amiguismo y la
arbitrariedad. Como en Castilla-La Mancha, donde suciolistos y neocom
quieren nombrar a dedo a todos los altos cargos de la región.
Para
este viaje no necesitábamos alforjas, la verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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