La
oleada de feminazismo gazmoño que nos invade (toca una avalancha de entradas sobre el
tema en las próximas fechas) hace un flaco favor a las mujeres, en mi opinión
(ya entraré más a fondo en esa opinión en el futuro), y provoca algunas
reacciones que resultan, a mi entender, patéticas.
Es
el caso de una galería de Manchester que ha decidido retirar Hylas y las ninfas porque la figura
femenina se representaba como un sujeto
pasivo y cosificaba a la mujer.
Vamos
a suponer que es cierto. Pero lo que no tiene ningún sentido es juzgar con
criterios actuales obras de arte producidas en el pasado. Es lo mismo que
publicar una versión expurgada del Huckleberry
Finn de Mark Twain en la que al esclavo Jim no se le llame negro. No sé cuál es el término en la
versión original, pero vamos a suponer que sea nigger: si al comienzo de la segunda mitad del siglo XIX, a los
esclavos negros o mestizos se les llamaba nigger,
por repugnante que pueda resultar a los melindrosos escrúpulos contemporáneos,
una obra que no lo haga así y pretenda reflejar esa etapa histórica fracasará
miserablemente.
Porque,
volviendo a la cosificación de la mujer, habría que suprimir la Venus de Milo, por ejemplo, y de ahí en
adelante todas las obras de arte en las que aparezca una mujer desnuda. Lo que
me lleva a pensar que las feminazis no hablen (o, al menos, no las he oído) de
suprimir la pornografía, porque eso sí que es cosificar a la mujer.
Vamos,
a ojos de un varón heterosexual cisgénero o, como solemos definirnos nosotros,
un tío.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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