La
izquierda y la economía –entendida tanto en el sentido de ciencia que se ocupa
de la sabia administración de los recursos escasos como en el de ahorro- son
conceptos que se excluyen mutuamente. Tanto es así que cuando el gobierno de
Rodríguez se sacó de la manga una norma jurídica que pretendía regular la
materia, la llamaron de economía sostenible,
obviando el hecho de que la economía, o es sostenible o no es economía, sino
ruina.
Esto
ha sido así desde el comienzo de los tiempos. Los socialistas utópicos
fracasaron cuando probaron a llevar sus postulados a la práctica. Los socialistas
científicos eran un mantenido y su mantenedor, hijo de un acaudalado
industrial. Y cuando los postulados marxistas se llevaron a la (presunta)
práctica, lo que hicieron fue devastar todo un país (luego medio continente) y
matar literalmente de hambre a millones de personas.
En
España, la cosa no ha llegado, de momento, a tanto, pero vamos camino de ello. Resulta
que el Alcira había un hospital público de gestión privada que ahorraba un
treinta por ciento. Desconozco si ello era gracias a poner medias raciones o
cambiar los empapadores sólo cada dos días, pero el hecho es que lo ahorraba. Pues
ha ido el presidente del consejo de gobierno de la región y, de un plumazo, se ha cargado la gestión privada del centro.
Probablemente,
tanto le dé que a partir de ahora se ahorre o no (según la doctrina egabrense,
el dinero público no es de nadie), o que los enfermos estén peor atendidos o
no. Ha conseguido arrebatar la gestión de las perversas manos de una empresa
privada, que era de lo que se trataba.
Y
a los pacientes, que les den. Árnica.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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