Todos, hasta los que se declaran comunistas, tienen derecho a defender sus principios y a vivir su vida. Pero lo menos que cabe exigirle a cualquiera, hasta a los que se declaran comunistas, es a mantener una mínima coherencia entre los primeros y la segunda.
Porque no es de recibo declararse comunista y montar un negocio de restauración con el ánimo, presunto, de enriquecerse, sirviendo platos a precios (digamos) prohibitivos para el común de los mortales. Como tampoco es declararse feminista y aparecer, Nochevieja tras Nochevieja, enfundada en unos modelitos que, la verdad sea dicha, dejan poco a la imaginación y que, por emplear un vocablo que tanto gusta a los retroprogres, no hacen sino cosificar a la que los lleva. Ni lo es, por último, ponerse presuntamente seria en un programa presuntamente de humor y, al hilo de la lesión sufrida en la cara por un jugador de fútbol, hacer un alegato presuntamente feminista.
Pero a todo eso nos tiene acostumbrados Cristina Pedroche. La chica no es tonta, ni mucho menos, pero la verdad es que suelta unas tonterías de libro. Por una vez, Forrest Gump no acertó… o no del todo: no sólo los tontos dicen tonterías.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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