Lo mejor del fracaso (aparente y de momento) del
golpe de Estado perpetrado por los partidos secesionistas catalanes es que
están quedando al descubierto las miserias de los golpistas, con la
consecuencia inevitable de que, si inspiraban todavía algún respeto (no a sus
seguidores, que fanatizados como son les seguirían de cabeza al precipicio,
sino a los demás españoles o, ampliando la cosa, seres humanos), el ridículo en
el que están cayendo lo está borrando del todo.
Si el golpe hubiera triunfado también habrían
quedado al descubierto, pero de un modo mucho más sangriento: cuando gente de
esta calaña –los bolcheviques, los fascistas, los nacionalsocialistas, los
maoístas, etcétera- alcanza el poder omnímodo, casi lo primero que hacen es
aplicar purga tras purga que ríete tú de las de Benito. Pero como la cosa ha
quedado, de momento, en el aire, lo que producen en los demás es risa o, si se
tiene buen corazón, hasta lástima. Porque las contradicciones son clamorosas.
Por un lado está la sedicente y sediciosa asamblea
nacional catalana, que puesta de parte de Cocomocho
insta a asumir las consecuencias penales y amenaza con movilizaciones para apoyar acciones valientes. De nuevo debe haber problemas con
la traducción del catalán al español (y eso que ambas son lenguas romances),
porque ¿cómo se compadece eso con el hecho de que la Click de Famobil haya salido por piernas hacia Venezuela,
precisamente para eludir las posibles consecuencias penales? Muy valiente no
parece.
Luego
está la (presumible, aplicando mutatis mutandis la jerarquía estatal) segunda
autoridad de la región, el recién estrenado presidente de la asamblea
legislativa. Ha adelantado su intención de pedir medidas cautelares al Tribunal de Estrasburgo (que, visto lo visto y tal como resuelve últimamente contra
España, no sería de extrañar que las concediera… pero de eso hablaremos otro
día) para poder investir a Cocomocho.
Pero hete aquí que el prófugo de la Justicia ha reaccionado, no aplaudiendo con
las orejas tal iniciativa (acto que, en todo caso, resultaría difícilmente
apreciable dada su frondosidad capilar y aliño capital), sino desautorizando al
ierreceo.
Y
mientras, en sede judicial, la cosa ya es de esperpento valleinclanesco. Mientras
unos dicen que la declaración de independencia fue virtual y no tenía
pretensiones de ser llevada a efecto, al tiempo que lloran cual Magdalenas y
traen (metafóricamente) a sus nietecitos ante el magistrado, otros se plantan
y, contradiciendo a los anteriores, proclaman que la declaración de independencia no fue cosmética, buscaba efectividad real.
Para
remate, el estrábico con sobrepeso, haciendo un acto en sus actividades
deportivas –que van desde vestir camisetas de una talla muy inferior a la suya
a patear a otros reclusos- incurre en otra de esas contradicciones a las que
tan aficionados son los secesionistas catalanes: tras pasarse por el escroto
las resoluciones del Tribunal Constitucional por activa, pasiva y perifrástica
cuando no estaba de acuerdo con las mismas, ahora recurre a dicha corte para pedir la libertad antes de dirigirse a Estrasburgo (procesalmente hablando), alegando la prisión vulnera sus derechos fundamentales y que
la Justicia española le está penalizando por su ideología.
Vosotros
sí que nos penalizáis, Oriolito…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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