Como
ya he dicho varias veces, periódicamente me asalta la duda de si los
socialistas españoles recientes (de veinte años para acá, más o menos) son más
estúpidos que malvados, o al contrario. Y como también suelo decir a
continuación de lo anterior, cada vez que creo haber llegado a una solución
definitiva sucede algo que me hace dudar de nuevo.
En
el caso de los secesionistas catalanes, es indudable que coinciden ambos
factores. La maldad de los socialistas se manifiesta en su oposición a todo lo
que suponga la idea de España; la estupidez, en creer que los golpistas se
contentarán con cualquiera de sus ofrecimientos; ambas cosas, en saltarse, o
pretender saltarse, la Ley a la torera.
Así,
Sin vocales propuso a los golpistas
celebrar un referéndum sobre el Estatuto declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.
La respuesta de Chistorra, en ese
tono hiperbólico (y, por ello mismo, tan falaz como falso… vale, no sé qué
quiere decir exactamente falaz, pero
me apuesto el sueldo de un mes a que les cae como un guante) que tanto les
gusta a los golpistas catalanes, fue invitar a la gente a vencer lo imposible y comparar Cataluña con el Rif y el Kurdistán.
El
Gobierno (¿estupidez, maldad, ambas cosas?) ignoró las amenazas de la marioneta
de Cocomocho y dijo que querían seguir hablando y dialogando. La
marioneta, al día siguiente, descartó convocar nuevas elecciones regionales –si
la democracia se redujera, como no dejan de proclamar los golpistas, a votar,
no habría región más democrática en el mundo que Cataluña, puesto que ninguna
otra ha tenido tantas convocatorias a las urnas en la última década- y se
marchó a Waterloo a recibir instrucciones de su titiritero.
Y
mientras, Pdr Snchz imploraba diálogo al racista y prometía tomarse muy en serio un nuevo estatuto.
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